Ya no visten llamativos uniformes militares, sino trajes de Armani. Tampoco exhiben medallas, sino doctorados -y demasiados son "honoris causa". Y en lugar de "fajín y banda" lucen carísimos relojes y exclusivas corbatas confeccionadas a mano con materiales nobles.
Por bastón de mando emplean su dedo índice, por espadón su teléfono y han sustituido el cuartel por lujosos despachos.
No han hecho carrera en la milicia, sino en universidades de élite. No viajan de pié en vehículos abiertos y demostrando su poder a todos, sino en limusinas blindadas y con cristales tintados. Y no forman parte de ninguna "junta militar", sino de los ya temibles "consejos de administración" en los que, sin que lo sepamos ni podamos evitarlo, se decide el futuro de la humanidad.
Ya no son tipos mal encarados, de torva mirada y ceño fruncido, sino saludables pellejos bañados en rayos uva, producto de la cirujía estética, la medicina regeneradora y la bioquímica cosmética.
Ya no derrocan gobiernos. Ahora compran a los gobernantes.
Ya no mandan fusilar a los presidentes "democráticos". Ahora financian sus campañas electorales y los encumbran al poder.
Ya no censuran a los periodistas. Ahora les contratan en canales y medios que son de su propiedad para que prediquen su conveniente verdad.
Ya no subyugan a la justicia, ahora compran a los jueces.
Y, por último, quedamos usted y yo, que no nos van a matar, ni nos van a encarcelar. Y no por que estas nuevas dictaduras sean más amables que las antiguas, no: es que valemos más como mano de obra esclava y como cómplices ignorantes de los mercados.
¡Salud, y a seguir resistiendo contra esta última invasión!
La imagen de la torre Goldman Sachs la encontré en Tu Blog de Arquitectura, la de Franco en Barcelona en Arqueología del punt de vista y la del "Querido Emilio" de Garzón en La Nación Digital